jueves, 30 de mayo de 2013

Las patatas necesitan mucho espacio subterráneo y se ponen ver­des si permanecen expuestas a la luz durante más de uno o dos días, en cuyo caso son amargas y venenosas. Esto se debe a que producen una toxina llamada solanina. Lo normal es, pues, apor­carlas, es decir amontonar tierra a su alrededor para proteger a los tubérculos de la luz y darles al mismo tiempo espacio suficiente para crecer y expandirse. Es obvio que quien las cultiva bajo acol­chado no tiene que hacer esto, pero el acolchado debe cubrir por completo las patatas. No gustan de la competencia de las malas hierbas que tienden a proliferar en la tierra tan rica y bien labrada en que se cultivan. Al hacer los caballones hay que eliminar todas las plantas parásitas. Si aparecen entre las patatas hay que arran­carlas con la azada o a mano. Si se-las entierra en surcos para que se descompongan, sirven de acolchado.
Un consejo sobre el aporcado de las patatas: por alguna razón las plantas se mantienen erguidas de noche y a primeras horas de la mañana, pero se desparraman indolentemente durante el calor del día. Por eso la labor es más sencilla por la mañana, cuando están bien tiesas, como soldados durante la revista. Lo mismo que éstos, cuando el sol se vuelve ardiente, se desmayan. Tal vez sea necesario aporcarlas varias veces, la última a fondo, dando a las laderas del caballón una inclinación uniforme con el dorso de la pala, pues así están mejor defendidas contra las esporas del mildiu si se presenta esta enfermedad (que es lo más probable).

Aquí estamos aporcando nuestras preciosas patatas

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